Los estados depresivos pueden ser tan sutiles para el que la
padece como a veces para el profesional de la salud, y está demostrado por la inmensa mayoría de
ocasiones en las que la sintomatología de nuestros pacientes corresponde de
forma primaria a un cuadro depresivo que no detectamos en una primera
entrevista, pero ¿qué es lo que nos hace fallar en este diagnostico a nosotros
como médicos?
Muchos de nosotros nos esforzamos por atender las dolencias y afecciones físicas de nuestros pacientes,
por restablecerlos a su estado de salud aparentemente, nos obsesionamos por
conocer más de las implicaciones fisiológicas y bioquímicas que ocurren en
nuestro cuerpo, pero a veces esto no es suficiente, debemos girar la cabeza y
observar a nuestros pacientes, verlos a los ojos, escucharlos y saber cuando
estos nos están pidiendo a gritos ayuda,
solo que ese grito es audible a nuestros oídos solo cuando lo queremos
escuchar.
Pacientes tímidos, con agotamiento físico, pensamientos de desmotivación
y ego disminuido nos deben alertar de que algo no anda bien, a veces preguntas
tan directas como: ¿Te sientes triste?, ¿Has llorado?, ¿Sientes que el mundo estaría
mejor sin ti?, parecen tan bobas, pero que tan útiles son al momento que a un
paciente le sirve de cuestionamiento para realizar el mismo un escaneo de sus
problemas y saber que parte de ello es melancolía, tristeza o un problema psicológico
definido.
Y es que nuestra vida está inmersa en cambios constantes,
nada se detiene, todo se transforma, y deberíamos preocuparnos por qué esa transformación
sea para mejorar, pero muy ocasionalmente nos damos cuenta de que esto no está
en nuestras manos como suponemos, y entonces explico; que pasa cuando a pesar de sobresalir, tratar
de siempre ser el mejor de tu clase, dar el 101% en tu trabajo, ser el mejor
padre o esposo, un día sales y te ocurre
un accidente, no mueres pero quedas paralitico, esto te limita en tu desempeño
y desenvolvimiento posterior ¿o no?, pues bien exactamente igual pero con otra dimensión, nuestra vida cambia momento a
momento, no somos iguales que ayer, ni que hace una hora, o hace un minuto, o
tan solo un instante, palabras que nos dicen, escenas que observamos, cosas nuevas que descubrimos nos harán cambiar
e influirán en nuestro estado de ánimo, por eso como médicos debemos investigar
sobre el medio en el que se desenvuelve nuestro paciente, y no olvidar nunca
que este es un ser biopsicosocial.
Ser amable, escuchar y observar no nos quita nada, y nos
enseña mucho, aprendamos entonces que la
depresión es un trastorno del estado anímico en los cuales los sentimientos de
tristeza interfieren con la vida diaria en un periodo de tiempo definido.
Ayudemos a nuestros pacientes, siendo mejor médicos, preocupémonos también por el alma y no solo por el cuerpo.
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